Por Furman Osvaldo y Silvano Pascuzzo
Lo expuesto a continuación corresponde al prólogo del último libro de Furman, Osvaldo y Pascuzzo, Silvano, “La Crisis de La Nación (1929-1945). Del Liberalismo Republicano al Nacionalismo Popular”, cuyo link de descarga se encuentra disponible al final de este artículo.
Este libro es un relato de la Historia vivida por nuestro país, entre 1929 y 1945; desde el inicio de la crisis final del Liberalismo vernáculo, hasta la emergencia de una “Democracia Social de Masas”, sin precedentes en la América del Sud. Un momento fascinante, complejo e increíblemente mal estudiado por la historiografía argentina y extranjera. Un período que aún alumbra con sus destellos, el escenario político de la Patria. En síntesis, una etapa en la que el Mundo, con sus poderosas determinaciones, impulsó a nuestro Pueblo hacia los brazos de un líder surgido del corazón del orden mismo que iba a contribuir a derrumbar.
También, y ante todo, ésta obra constituye un intento de explicar la crisis sistémica de una ideología poderosa, que marcó con su impulso extraordinario la Historia de los pueblos de Occidente: el Liberalismo. Hegemónico durante todo el siglo XIX, fue objeto de dos influencias erosivas paralelas: la presión de las masas y sus evidentes contradicciones teóricas. En la centuria siguiente, el “Totalitarismo” y la “Democracia”, iban a pulverizar en los hechos, todos y cada uno de sus preceptos más caros: la libertad del Individuo frente al Estado, la racionalidad económica como motor de la vida humana, el mercado entendido como espacio social formado por agentes autónomos en constante intercambio de bienes y servicios, la modelación de un orden social basado en el prestigio de los capaces y emprendedores, y un gobierno pequeño, cuya función esencial debía ser, la preservación de los “derechos civiles”, en un marco de respeto irrestricto a la propiedad y a la iniciativa privada.
Lo que brillantemente Juan Domingo Perón llamara “La Hora de los Pueblos” iba a pulverizar esos mitos, desde dos ángulos convergentes: el uno económico, el otro político. Por un lado, el consumo masivo cambiaría desde la “demanda”, una economía pensada por los teóricos del “Liberalismo Clásico” a partir de la “oferta”. Por el otro, el sufragio universal, vehículo para la participación de los pueblos en la toma de decisiones públicas, impondría por el peso del número, su voluntad consciente, sobre las minorías entonces dominantes.
La crisis del Liberalismo fue pues un fenómeno global, que tuvo entre nosotros su desarrollo precisamente en la etapa que aquí estudiamos. El “Peronismo” – la versión nacional del genus populista – representó así a los sectores sociales excluidos hasta entonces del poder político, ampliando no sólo sus derechos – como siempre se ha afirmado – sino también organizándolos detrás de una doctrina basada en la noción de Justicia, un valor trascendente que desafiaba sin rodeos, la limitada visión de un mundo regido por la caprichosa “mano invisible del mercado”.
Los autores que desde la izquierda y desde la derecha, han intentado reconstruir el proceso de transición entre estas dos argentinas, han cometido el error de confundir “Peronismo” con “Fascismo” o “Peronismo” con “Demagogia”; en una burda simplificación, surgida de tres fuentes complementarias: a. el prejuicio frente a un fenómeno en apariencia atípico; b. la equiparación de participación masiva con “Totalitarismo” y; c. las anteojeras ideológicas que les han impedido visualizar los matices de una experiencia dinámica, heterogénea y muchas veces pragmáticamente contradictoria. Su visión distorsionada, poco a poco, los ha llevado – a ellos y a los actores políticos opuestos al “Populismo” – a un callejón sin salida, empujándolos hacia soluciones regeneracionistas y hasta reaccionarias, tremendamente nocivas para la existencia armónica de la comunidad nacional.
El Peronismo fue – y es todavía – un proyecto refundacional de la Nación; proyecto que se ha actualizado y reformado a sí mismo de un modo tremendamente efectivo. Su permanencia está justamente asegurada por cierta sintonía con los anhelos y las ambiciones del Pueblo; incluso de aquellos grupos e individuos que lo han rechazado y aún lo rechazan, con dureza y determinación. La sociedad argentina es, como bien lo han detectado muchos observadores, una “sociedad populista”, prueba irrefutable de un enorme potencial transformador y de un perdurable sentido de la Justicia.
Perón no fue, en consecuencia, un producto azaroso de las contradicciones de clase, ni un aventurero carente de escrúpulos y valores; sino como veremos, alguien que expresó en sí mismo, los anhelos y los sueños de miles de mujeres y de hombres, que a través de su obra, se sintieron parte – como consumidores y como ciudadanos – de una Nación poderosa, con enorme futuro y capaz de convertirse con el tiempo en una “potencia regional”. En cada pueblo y ciudad del país, su nombre identifica calles y plazas, edificios públicos y espacios recreativos, anunciando con ello su influencia poderosa, aún después de más de cuatro décadas de su desaparición física.
Este libro busca entonces, esclarecer y compartir conocimientos con sus lectores, ayudándoles a romper con los clisés y estereotipos que tanto daño le han hecho a la cultura nacional. Sus autores – comprometidos con eso que despectivamente han llamado algunos, el “espíritu populista” – están convencidos de la utilidad de dicho esclarecimiento, sobre todo porque las “malas evaluaciones, pueden anunciar y producir, pésimas soluciones”. Romper con absurdos fantasmas y violentos anatemas, es también un modo de contribuir a la convivencia democrática y a la emergencia de políticas que hagan posible la felicidad de las mayorías, en Paz y en Democracia.