Por Silvano Pascuzzo. Si pensamos en el mundo de 1945, en la región y en el país, veremos que aquellas jornadas de octubre, con su encanto y su gloriosa “mitología”, son ya hoy, parte de la Historia. Si algo nos enseñaron los autores clásicos – Aristóteles, Maquiavelo, Marx y Braudel, para citar algunos – es que no puede manejarse el tiempo, de “una simple y única colada”. Que la velocidad social de su transcurrir, no es la de los individuos aislados, con la que el Liberalismo – ideología anacrónica de la Europa pre industrial del XVIII – ha querido adoctrinarnos, y continúa, a caballo de la evidencia, intentándolo.
Quiero decir, aclarando mi punto de vista, que Octubre del 45, forma parte de un Pasado, quizás glorioso y quizás vulgar, no importa; que ya no volverá. Los hechos, se transforman en “idealizaciones subjetivas” al pasar de boca en boca, como legado generacional, y su reconstrucción a posteriori, nunca es perfecta. El mito del objetivismo positivista, que en Leopold Von Rancke igualaba reconstrucción de la realidad, con realidad misma, ha sido ya superado, por diversas corrientes teóricas, que no creen, afortunadamente, en esas artificiosidades.
Aquella “Nueva Argentina”, la de Sclabrini, Marechal, Jauretche y Bunge, ha sido destruida por años de Neo Liberalismo, por los efectos perturbadores, de un cataclismo económico y social, que tiene, como todo cataclismo humano, repercusiones en el ámbito de la Cultura. Pero también, por un mundo distinto. Es imposible reconstruir la Patria de la postguerra, con sus ilusiones, sus sueños de radiante optimismo, su esperanza arrasadora en el futuro de la Humanidad, en el clima Global actual. Tempestuoso, obscuro, anunciador de presagios insondables. Nada podía ser peor que la Segunda Guerra Mundial, con sus muertos, sus desaparecidos, sus daños psíquicos y materiales, su “Barbarie”. Se creía, desde Washington a Moscú, desde Viena a Berlín; y también desde México a Buenos Aires, que la Paz y la Seguridad, estarían conquistadas, en breve, a la vuelta de la esquina.
Lo que ha pasado desde 1974 hasta la fecha en el país – desde la muerte de Perón – nos ha alejado cada vez más de aquellas metas jubilosas, y nos ha puesto, sin pausa, en un sendero que se achica enormemente, para quienes creemos posible la Justicia y la Solidaridad. Allá, en los años del primer Justicialismo, incluso en los de la larga “Resistencia” de 17 primaveras, se creía que éramos mayoría, que teníamos la razón de nuestra parte, y que por ello, venceríamos, inexorablemente, inevitablemente. Pero ocurrió, que fuimos derrotados, que casi resultamos aplastados, por la violencia y la ambición voraz de nuestros enemigos, pero al mismo tiempo, por los errores, gravísimos, que nosotros, como colectivo, cometimos.
Los relatos de las iniquidades del adversario, ya los conozco de sobra. Me interesa aquí reflexionar, sobre las cobardías, las agachadas, las miserias propias, que jalonan también, el derrotero de nuestro país, desde los optimistas eslóganes de los 50 y 60, hasta la impotencia verbal y fáctica de nuestros días. Es la parábola de un Movimiento Social pujante y poderoso, reducido hoy a maquinaria electoral y burocracia pestilente. Y eso, no es doctrinario ni ideológico, eso es el resultado – diría San Agustín – de la monstruosa acción disolvente de las propias vanidades.
Los años 80 y los años 90, nos alertaron sobre el estado de decadencia del Movimiento Peronista, de sus debilidades y sus olores putrefactos. La Renovación y el Menemato, nos intentaron asociar con una social democracia blandengue y con un conservadorismo ramplón; que operaba la destrucción de las verdaderas bases sobre las que habíamos crecido y actuado: la industrialización y el pleno empleo. Nos fuimos convirtiendo en una factoría extractivita, como esas que pueblan los sueños galácticos de George Luckas, en “La Guerra de las Galaxias”. En un territorio saqueado y explotado. En un Cuerpo Social quebrado por dolorosas defraudaciones y traiciones. En una Comunidad abortada, reducida a la atomística fábula de los liberales.
¿Cuánto de responsabilidad tiene en ello el Peronismo? Mucha, sin dudas. ¿Toda? Claro que no. Pero seguir repitiendo un discurso anacrónico, vació, cadavérico; es tan perjudicial, como comprar la quimera rosada del reformismo socialista o la brutal simplificación de los profetas de la libertad a ultranza. Los desafíos del Mundo son otros. Los del país, enormes. Una nueva síntesis, positiva, que enamore, que sea legitimadora de un Proyecto Nacional renovado, no puede ser construida desde el ritualismo de un Pasado, definitivamente muerto.
Por eso, en éste 17 de Octubre de 2022, se me ocurre pensar – mientras escribo – en aquellos jóvenes del 45, que sin miedo, se jugaron por algo distinto, contra fáctico, repudiado por los prolijos, los cultos y los inteligentes, por los poderosos y los sensatos. Y el resultado fue mágico, hermoso, glorioso, digno de ser recordado. También vienen a mi memoria, los pibes y pibas del 72 y del 73, felices, alegres, combativos, seguros de sí mismos, revolucionarios. Sus ausencias físicas, obra del Tiempo y de la Muerte planificada por verdugos sedientos de venganza, nos deben indicar el camino. No retroceder por viejos senderos, sino explorar otros inexplorados, es la cita a la que la Historia nos convoca.