Por Silvano Pascuzzo
El discurso del Presidente Alberto Fernández ante la Asamblea Legislativa, muestra un conjunto de valores y principios, que nosotros visualizamos como la Identidad de un Movimiento, que es mucho más que un partido, que una facción. Es la alianza estratégica de todos los sectores que buscan construir una Nación distinta a la pensada por los factores de poder real y sus aliados externos. Unida, integrada, con desarrollo y con Justicia Social. Decirlo así, sin ambages ni subterfugios, es un buen principio.
El Presidente es un hombre formado en el Derecho y que hace un culto de lo “institucional”. A nadie le oculta, que cree en los valores de la Democracia Liberal. En consecuencia, sus firmes expresiones en contra de los jueces y periodistas que, en coalición con los servicios de inteligencia, han colonizado, en las últimas décadas, a uno de los poderes del Estado no debería sorprender a nadie. Alberto en éste punto es, a nuestro juicio, demasiado optimista en cuanto a las posibilidades que tiene, en el mundo actual, esa visión ilustrada de lo público, hija del siglo XVIII. Pero tampoco creemos que sea imposible y del todo inútil, avanzar en un “saneamiento” de la judicatura, que ponga un punto final a los desaguisados y a las arbitrariedades, ocurridas en los últimos cuatro años.
La rotundidad de sus afirmaciones, incluso, no deben leerse, como lo hacen algunos periodistas de las corporaciones mediáticas, en clave de un “diktat” del Kirchnerismo. Y esto porque Cristina es aquí, tanto o más auténtica que el Presidente, en cuanto al deseo de dar inicio a la construcción de una efectiva “división de poderes”. Lo demostró gobernando, una y otra vez. Ella, que es también abogada, no oculta su pasión por lo que llama la “institucionalidad”.
Es por eso importante – nos parece – saber que el Gobierno avanzará, más temprano que tarde, con una “Reforma Judicial”, y con la disolución de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). El “Nunca Más”, que Fernández volvió a pronunciar con energía, varias veces en su discurso inaugural, lo demuestra. Son medidas necesarias, en un contexto en el que se debe autonomizar al Estado de los grupos económicos, las influencias externas y las opiniones de los medios concentrados.
Un camino que la ex Presidenta intentó, y que la Corte – ésta Corte – bloqueó, declarando al Proyecto de Ley enviado al Congreso, como inconstitucional.
Pero también el Presidente avanzó, en sus expresiones, en dirección a otros temas. Dijo que: “los que más tienen deberán ser solidarios, haciendo su aporte para la reconstrucción del país”. Y – como ya sabemos – ha comenzado a andar por esa vía, con la adecuación de los derechos de
exportación, el dólar turista y, probablemente, un aumento a las alícuotas del impuesto a los bienes personales. Esas decisiones – que festejamos – vuelven también actual, algunas de las luchas de Néstor y Cristina, entre 2003 y 2015. Es auspicioso que quienes “rompieron” con el oficialismo de entonces, con motivo del conflicto con las patronales agropecuarias, ahora apoyen el rumbo elegido.
La concepción de que todo puede diluirse en una ficticia e inexistente “Unidad de Todos los Argentinos” encontrará – de persistir la coherencia entre los dichos y los hechos – un límite claro. Las luchas sociales y políticas expresan intereses encontrados en cualquier sociedad, y la Argentina no es la excepción.
Nosotros preferimos, en éste ítem, ser poco optimistas. Los privilegiados – como alguna vez dijera el gran John K. Galbraith – : “tienden a considerar lo que poseen como un Derecho Natural; y a pelear por lo que consideran justo tener con férrea determinación”. Es muy posible que, más temprano que tarde, tengamos que enfrentar un conglomerado de actores dispuestos a impedir, por todos los medios – legales e ilegales – la construcción de un país más justo. La Política debe tener claro eso, y no confundir “legalidad” con impotencia, a la hora de anular y combatir esos intentos. Hay que ser, en esto, “maquiavélicos”: el Poder está para usarlo.
La cuestión entonces está planteada. Buen comienzo. Un inicio acorde con la tradición histórica del Nacionalismo Popular en la Argentina. Un inicio que es portador de valores y principios que conforman – como lo decíamos en el primer párrafo – una “identidad”. Identidad que expresa, a su vez, no a todos, pero sí a una gran parte de los argentinos y de las argentinas. Y es a esos millones de personas, que creen en un Estado reparador, en una Comunidad de iguales, en una Democracia Social, a los que hay que darle respuesta. Como bien lo dejara claro Cristina: “La Lealtad es a dos bandas”. Nunca olvidarlo.
Es por eso que, el discurso del Presidente, forma parte de ésta 9ª edición de “Koinón”. Debe ser leído atentamente y pensado, insistimos, desde la convicción de que gobernar es no sólo “hacer”, sino superar los obstáculos que colocan en el camino, los que quieren persistir en la vigencia de la Desigualdad, el egoísmo y la construcción de una sociedad elitista. Se abre una nueva oportunidad. Esperemos que, al menos, podamos dar otro pequeño paso, en el largo camino hacia una Patria más Justa y más Soberana.